La carrera

Los últimos acontecimientos en cuanto a la geopolítica ponen el énfasis, de nuevo, en la importancia de las cadenas de suministros en la conformación del nuevo orden mundial, que no es sino un bebe dando pasos vacilantes hacia no se sabe donde.

Se trata de una carrera por conformar la constelación de players necesaria para la ventaja competitiva en los diferentes elementos sobre los que pivotan los mas sofisticados servicios. Precisamente esos elementos a los que hacemos referencia, básicamente energía y minerales, son la antesala y el verdadero scope de aquello que la «computarización del todo» puede llegar a hacer -que, sea lo que sea, mejor lleve la propia bandera-.

Hemos escrito anteriormente sobre la relevancia de los tiempos en los que estamos. Era inaudito el episodio entre Rusia y Ucrania (en términos periodísticamente exactos la pataleta de niñato de Putin) y se están sucediendo nuevos: Israel, Venezuela y Oriente medio en pie de guerra en el canal de Suez. Todo lo podemos relacionar con la decadencia de Estados Unidos como capital del desarrollo mundial y el surgimiento de nuevos actores que reivindican esa -una nueva- centralidad.

Carrera para la construcción de los cimientos que aseguren la titularidad de las nuevas fronteras del conocimiento incardinadas en la limitación física que imposibilita un escalado multipolar. De fondo, un sobrecalentamiento estructural que debería ser protagonista.

Este último, la crisis climática, solo entiende de aproximaciones conjuntas. El mantenimiento de la competencia multipolar lo convierte en externalidad creando los incentivos opuestos.

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