Aquí y allá se suceden las alertas que señalan peligros de las últimas novedades en materia artificial. De alguna manera, el boom de las generativas lo que viene a anunciar es la ampliación a escala abismal del lado de la oferta de contenidos, recursos y piezas varias de intercambio de información. Hay derivadas económicas (sectores productivos amenazados) o sociales (“vamos a estar expuestos a la información generada por máquinas controladas por no sé quién”).
Ante la primera y desde estas líneas iríamos un poco en el sentido habitual respecto las reticencias technofóbicas. Es normal pensar que pueden haber perjudicados, ha pasado en otras ocasiones, pero nos conocemos al género humano y seguirá adelante. Habrá debate, pero no se dejarán de explorar los caminos porque eso sería contra ADN. También la experiencia nos enseña que los ajustes se acaban encajando convenientemente en las estructuras a priori intranquilas.
En cuanto a lo segundo, conatos de tecnofobia incipiente que pondrán en valor lo humanamente firmado, sí que lo vemos como tendencia. De la misma manera que las más variadas formas de consumo responsable (KM 0, comercio justo, producción orgánica…) son sinónimo de distinción a muchos niveles, tenderemos a privilegiar lo humano frente a lo artificial. No por razones necesariamente políticas, si no por una actitud natural de preferencia de lo biológicamente hermano. El instrumento obediente nunca será uno más entre los sapiens y no vemos que vaya a haber capacidad empática que los atienda. Lo generado sin firma (nombre o marca) será la marca blanca en los lineales de la información, sin beneficio alguno para el consumidor ya que estos, a diferencia de aquellas, marcas blancas que ofrecen mejores precios por no se sabe que ingeniería marketiniana, no serán más baratos en los términos monetarios que maneja la sociedad de la información, esto es, en términos de atención.
Porqué la atención es el recurso escaso que define la sociedad del conocimiento. El aumento exponencial de la capacidad generativa sistémica no va a implicar un aumento en los mismos términos del consumo informacional. Pero sí va a implicar la expansión de lo humanamente alcanzable y automáticamente compartible.