Los enfoques de la IA.

Vistas las perspectivas que aparecen en lo que el momento de las otras inteligencias ofrece, resumidas aquí en aspectos de funcionalidad, trazabilidad y autonomía, donde:

Funcionalidad se refiere a los aspectos específicamente de eficacia en la consecución de objetivos,

Trazabilidad se refiere a los elementos propios que permiten la fiscalización de los eslabones de decisión, y

Autonomía, es la aproximación a lo que el usuario final puede incorporar al alcance definido a través de mecanismos sociales de presión que lo acaben condicionando,

nos hemos acercado a los principios que la propia industria ha desarrollado para contextualizar la nueva tecnología. Los desarrolladores vienen a marcar distancias del muévete rápido/rompe cosas -especialmente Google, a remolque de Open AI y Microsoft en esta nueva fase, por lo menos de puertas de laboratorio hacia fuera-.

Los principios de la industria analizados son los publicados por Sam Altman (CEO Open AI), Satya Nadella (CEO Microsoft) y las llamadas leyes de Asimov de Google, que nos definen el marco sustancial de los diferentes desarrolladores.

Mapa enfoque IA

Las tres líneas de actuación (dos si juntamos Open AI y Microsoft) son bastante similares. Todas ellas trabajan las dos perspectivas a las que hacíamos referencia de funcionalidad y trazabilidad. La autonomía, al tratarse de un ámbito discrecional más propio del individuo/sociedad-usuario, no está presente en todas las “escuelas”, siendo Google solamente el que la alude.

Decíamos que en los aspectos de funcionalidad la solución tiene que ajustarse a objetivos. La industria no hace referencia en este punto a objetivos propios de negocio si no que se ocupa de conceptos externos a las cuentas de explotación: neutralidad (ideológica), privacidad, beneficencia (enfoque ético), excelencia científica, entre otros ejemplos. Son elementos funcionales que trascienden la mera eficacia utilitarista en términos empresariales. Es un claro ejemplo de la difuminación de fronteras entre lo público y lo privado que está teniendo lugar. Sin duda, en la definición de los aspectos funcionales de la tecnología, el ámbito tradicionalmente responsabilidad del entramado institucional político está convocado a jugar un papel relevante y está por ver el peso relativo de los diferentes actores en su definición.

En los aspectos de trazabilidad enmarcamos los principios que ejercen una función evaluadora sobre los referidos funcionales. Son básicamente dos y están presentes en todas las líneas analizadas: transparencia (de los pasos previos al output) y responsabilidad (que una inteligencia imperfectamente humana responda por el output, si hace falta).

Si el área funcional se ocupaba de la ejecución, la trazabilidad lo hace del control, y de nuevo encontramos el establecimiento de códigos internos llamados a ocupar aspectos tradicionalmente responsabilidad del regulador, si bien la función autoevaluadora no es nueva y no tiene porque tener una función antagónica; siendo complementaria dada una correlación de pesos específicos eficiente.

La autonomía es la dimensión más compleja en tanto que no responde al alcance potencial de la tecnología sino al realmente desplegado una vez han concursado todas las fuerzas contingentes que determinan su recorrido -adopción-. En este apartado, Google anota algunas ideas que se ocupan no solo de aspectos funcionales sino de en qué contextos están interesados en participar -idea de mundo en el que se puede querer o no participar (cosmologías aceptables?)-, definiendo posiciones de responsabilidad social a las que Sam Altman alude desde una perspectiva puramente funcional (beneficencia en el código), pero no sistémica (independientemente del propósito en que se ejecuta). He aquí una diferencia posicional que podemos observar en el estado de situación de las diferentes marcas del espacio cognitivo, digamos, metahumano, que están definiendo los relatos que vienen.

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