Lo de Elon (2)

Qué divertido está lo de twitter, Musk enganchadísimo en el marrón de parecerse a ciudadano Kane mientras se aproxima a lo que aquí le diríamos a un tal Manolete.

Bueno, pues Musk tiene que saber que nada es gratis y que el cuñadismo no le va a llevar a ningún lado y que quien le mandaba salir en la foto y que ahora que está en ella más le vale que se ponga riguroso, que la situación no es para menos.

Seguramente todo el montaje que había tiempo atrás no era un capricho de nadie, realmente el medio es lo suficientemente relevante como para que sea peligroso dejarlo a la deriva de los vientos que quieran soplar. Toda una infraestructura que quizás él identifica como woke; orientada a la moderación de contenidos que con mayor o menor acierto intentan ordenar el ruido.

El tema es como lo intentaban ordenar y si como sociedad estamos dispuestos a que esto se haga desde la iniciativa privada. Hasta ahora esto se había resuelto (mal) con la existencia de grupos editoriales que se financiaban de la publicidad, pero la cultura web es esquiva con esta solución.

El debate es más que interesante y su desarrollo nos lleva a plantearnos conceptos grandilocuentes: libertad de expresión, la función de representatividad política en la dirección de los medios sociales, las rentabilidades de lo online o las futuras formas de creación y consumo de información, quizás más descentralizadas, quizás más parceladas.

Más allá de la coyuntura sí identificamos en twitter una marca insignia en la nueva economía que más tarde o más temprano encontrará el equilibrio entre capacidad de generación de ingresos y su función de nivel fundamental en la generación de información al margen de las modas que otras redes sociales con orientación más visual presentan.

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